¿Qué es la luz azul?
La luz se compone de entidades minúsculas conocidas como fotones, que atraviesan el espacio en forma de onda, cada una con una longitud y fuerza únicas.
El espectro de la luz va de corto y potente a largo y débil, y la distancia entre los picos de estas ondas se conoce como longitud de onda. Las longitudes de onda largas equivalen a menos energía y las cortas a más energía.
Expresadas en nanómetros (nm), estas longitudes de onda abarcan una amplia gama de colores perceptibles por el ojo humano, desde los tonos cálidos del rojo y el naranja hasta los fríos del azul y el violeta, pasando por los imperceptibles del infrarrojo y el ultravioleta.
Cada longitud de onda de la luz posee atributos únicos y aplicaciones prácticas.
La luz azul forma parte del espectro visible. Con una longitud de onda que oscila entre 380 y 550 nm, tiene la longitud de onda más corta y la energía más alta.
Daños en la Retina
La luz azul, concretamente en el rango de 400-450 nanómetros, tiene longitudes de onda cortas y transporta una gran energía. Su capacidad para penetrar profundamente en la retina del ojo puede causar daños con el tiempo, como la degeneración macular, que puede conducir a la pérdida de visión.
Salud del Sueño
La luz azul y verde con longitudes de onda entre 450 y 550 nanómetros tiene un impacto significativo en la capacidad del cerebro para producir melatonina, una hormona crucial para regular el sueño y promover la salud y el bienestar general.
Luz azul y melatonina
La melatonina, la “hormona del sueño”, es producida por la glándula pineal en respuesta a la oscuridad y regula los ciclos de sueño-vigilia.
Cuando el sol se pone y el día llega a su fin, el cuerpo entra en su ciclo de sueño. El cerebro responde liberando melatonina, una hormona fundamental para regular el sueño y la vigilia. La melatonina induce la sensación de somnolencia y nos guía hacia un sueño profundo y reparador. Sin embargo, la exposición a la luz azul artificial durante la noche altera este delicado proceso: la luz azul engaña al cerebro haciéndole creer que todavía es de día, detiene la producción de melatonina y nos hace sentir más despiertos y alerta, lo que complica nuestra capacidad para conciliar el sueño.
La luz azul y el mundo actual
En la actual era digital, nos encontramos inmersos en la luz azul que emiten las pantallas de nuestros teléfonos inteligentes, ordenadores portátiles y otros dispositivos. Esta exposición continua altera nuestro ciclo natural de sueño-vigilia al indicar al cerebro que todavía es de día, incluso después de que se haya puesto el sol. Realizar actividades como ver la televisión o navegar por las redes sociales no hace sino agravar el problema, ya que contribuyen a la emisión de altos niveles de luz azul. Como resultado, se suprime la producción de melatonina, la hormona responsable de regular el sueño, lo que en última instancia disminuye la calidad de nuestro sueño y nos deja con una sensación de falta de sueño y fatiga.
La exposición a la luz azul por la noche afecta a nuestro ritmo circadiano, al sueño y a la salud en general.
La imagen ilustra la variación en la emisión de luz azul entre los distintos tipos de bombillas y su consiguiente impacto en la producción de melatonina.
Las bombillas incandescentes emiten cantidades insignificantes de luz azul, mientras que las bombillas LED (utilizadas por la mayoría de los teléfonos) y CFL emiten niveles considerablemente más altos, ejerciendo así una influencia más pronunciada en la regulación de la melatonina.
En consecuencia, las velas, caracterizadas por sus mínimas emisiones de luz azul, se presentan como una opción favorable para la iluminación nocturna, facilitando un entorno propicio para la producción óptima de melatonina y la calidad del sueño.
Luz azul en la naturaleza
No toda la luz azul es mala para nosotros. La luz azul se encuentra tanto en la naturaleza (en el sol) como artificialmente (en las luces LED y los dispositivos digitales).
La luz azul natural, inherente a la luz diurna, se diferencia de la luz azul artificial por su coexistencia con un espectro de otras longitudes de onda, que comprende rayos infrarrojos, rojos, amarillos, naranjas y UV, denominados colectivamente luz de espectro completo. A lo largo del día, este equilibrio cromático varía: por la mañana hay menos luz azul y más roja e infrarroja, mientras que a mediodía aumenta la luz azul y los rayos UV. A medida que se acerca la puesta de sol, el rojo y el infrarrojo vuelven a dominar. Esta interacción natural de longitudes de onda, incluida la luz azul, desempeña un papel vital en la regulación de nuestro ritmo circadiano, fomentando un sueño profundo y una salud integral.
Por la mañana, la exposición a la luz azul natural indica al cerebro que es hora de despertarse, promoviendo el estado de alerta y el vigor. Esta sincronización de nuestros relojes internos es esencial para un ciclo saludable de sueño-vigilia.
Además, la exposición a la luz azul aumenta la producción de neurotransmisores, como la dopamina y la serotonina, que regulan el estado de ánimo y el bienestar.
¿Cómo optimizar su entorno luminoso?
Salir al aire libre por la mañana
Exponerse a la luz natural sin filtrar al despertarse por la mañana es crucial para regular el ritmo circadiano del cuerpo.
Esta exposición suprime la liberación de melatonina, permitiendo que el cuerpo produzca más por la noche, lo que favorece una mejor calidad del sueño. Además, la exposición a la luz solar por la mañana puede aumentar los niveles de energía y levantar el ánimo, por lo que es un componente vital de una rutina diaria saludable.
Utilice iluminación sin luz azul
Reduzca las fuentes artificiales de luz azul sustituyendo las bombillas convencionales de su casa, que tienen un alto contenido en luz azul, por bombillas potenciadoras del sueño y lámparas de noche rojas diseñadas científicamente para eliminar toda la luz azul de su hogar. Esto es muy importante, ya que nuestra piel también tiene receptores de señal luminosa que también se ven afectados por la luz artificial.
Llevar gafas de ordenador durante el día
Proteja sus ojos durante el día utilizando gafas de ordenador específicamente diseñadas para filtrar la luz azul nociva emitida por las pantallas y las fuentes de luz artificial. Esto puede ayudar a aliviar la fatiga visual digital, los dolores de cabeza y la visión borrosa causados por el tiempo prolongado frente a la pantalla y la exposición a la luz brillante.